Las 4.000 cooperativas existentes en Colombia son más pesadas en la economía de lo que parece.

En el 2017, cuando el país estaba en plena desaceleración, registraron activos por 42 billones de pesos. Aun en época de vacas flacas, crecen por encima del producto interno bruto, a más del 7 por ciento promedio en los últimos 5 años; manejan una cartera crediticia cercana a los 20 billones de pesos con 6,5 millones de asociados, que aportan 14,3 billones de pesos en ahorros, y mantuvieron 165.000 empleos en 500 municipios, aun en medio del freno en la economía del país.

Todo esto pese al estigma que, según Carlos Ernesto Acero, presidente de Confecoop, gremio que las asocia, les quedó pegado a la piel luego del famoso escándalo de libranzas en el que miles de inversionistas fueron estafados, tras la alianza de las empresas Estraval con ciertas cooperativas para armar el esquema fraudulento.

En entrevista con EL TIEMPO, Acero habló de este modelo asociativo que, desde su perspectiva, es un negocio dentro de la economía solidaria, pero que nada tiene que ver con lo asistencial y, sobre todo, ha sido incomprendido hasta hoy.

Las entidades sin ánimo de lucro (Esal) fueron puestas bajo la lupa de la Dian para una depuración. ¿Cuál es hoy la realidad de las cooperativas?

Hay una tendencia a asociar a las cooperativas con lo que no somos. Bajo el rótulo de Esal hay 23 formas jurídicas organizacionales, unas basadas en el mutualismo, otras en el asistencialismo, y a otras las llaman organizaciones de desarrollo social. Entre las Esal, que tienen como característica el mutualismo, hay 3 ramificaciones que forman la economía solidaria. Ahí entran cooperativas, fondos de empleados y asociaciones mutualistas. Las tres son empresas.

Por eso se tiene la percepción de que son ‘con ánimo de lucro’ y no pagan impuestos.

Cuando se habla de ‘sin ánimo de lucro’, se cree que estas empresas no son rentables ni productivas, que ahí no hay economía. Las cooperativas somos economía, la economía de la gente. El ejercicio económico se hace para resolver necesidades a las personas. Si se hace con eficiencia, genera un excedente que, a diferencia del sector de capital, no se distribuye entre inversionistas, se reinvierte 100 por ciento.

¿Y la tributación?

El no pago de impuestos es uno de los 11 mitos. Somos contribuyentes del impuesto de renta desde 1995. Hace dos años éramos aportantes a través del régimen especial, pero teníamos una exención que consistía en que si el 20 por ciento de nuestro excedente lo aplicábamos a educación formal y cumplíamos la normativa cooperativa, no estábamos obligados al impuesto de renta.

Hace dos años se quitó esa norma. Estamos en el mercado en condición similar a empresas con ánimo de lucro. Esto se traduce también en no pago de parafiscales por empleados de menos de 10 salarios mínimos.

Solidaridad y negocio suena contradictorio.

El poder del modelo económico está en que al agregar recursos, la cooperativa se convierte en gestor, y debe ser un extraordinario gestor para que, al satisfacer necesidades comunes de un grupo, funcione la economía de escala. En lugar de que yo vaya a resolver una necesidad que me sale más costosa, voy como cooperativa que tiene un convenio con una entidad prestadora de un servicio. En promedio, el descuento para la compra de un carro es de entre 1,5 y 2 por ciento. El proveedor encuentra que por economía de escala puede vender más. La cooperativa no se queda con el beneficio, lo traslada al asociado.

¿Qué actividad es la de más peso?

El segmento cooperativo más grande es ahorro y crédito. De 6,5 millones de asociados (14 % de la población), 4 millones estamos allí, somos ahorradores y prestatarios. Las cooperativas, con todos sus servicios, benefician a 22,3 millones de personas (49,1 %).

¿Por qué proponen un nuevo pacto en el Plan de Desarrollo?

En los 12 pactos que hoy tiene el plan no se reconoce que hay otra forma de hacer economía. Hace 50 años, la Federación de Cafeteros impulsó el fortalecimiento de cooperativas de productores de café; 50 años más tarde, no solo ha sido el vehículo de movilización económica para la compra de cosechas, garantizando estabilidad en precios, pago oportuno a más de 575.000 productores y reinversión social.

La principal empresa agroindustrial del país es una cooperativa, Colanta, y es de 11.000 pequeños y medianos productores de leche. Copidrogas es la empresa de venta de medicamentos al por menor más grande de Colombia, factura 2,3 billones. Pertenece a 5.000 droguistas, que tienen 6.500 farmacias en 1.000 municipios. Por todo eso necesitamos una política para que más cooperativas sean gran empresa en Colombia.

Tomado de: Diario EL Tiempo – Colombia
https://www.eltiempo.com/economia/sectores/entrevista-con-el-presidente-de-confecoop-gremio-de-cooperativas-en-colombia-327800

49 % de los colombianos se benefician de cooperativas
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